Blind Joe Death de John Fahey

John Fahey

Blind Joe Death

Carlos Dávalos. Austin, TX. Junio, 2015.

La guitarra parece que pesa una tonelada. El sonido es un modesto lenguaje pastoral que sigue teniendo pocos interlocutores. El autor es John Fahey. Un gringo desterrado que nació (1939) en Washington DC y  que es el autor de “Blind Joe Death.” Un compendio espectacular de canciones primitivas que cuelgan como amables esqueletos acústicos. Él prensó las cien únicas copias que él mismo movió y vendió en 1959. Uno de los primeros promotores del DIY. Incluso publicó el disco en Takoma Records, la pequeñita casa discográfica que él mismo fundó y que fue responsable de dar a conocer a gente como Leo Kottke o Robbie Basho, monstruos generacionales que a través de estilos como la raga, el finger-pick o el blues sueltito de las plantaciones sureñas, también marcaron una influencia central en músicos contemporáneos.

En su momento “Blind Joe Death” no tuvo mayor relevancia. Incluso Fahey, que se murió en 2001, jamás recibió un crédito equivalente al tamaño de sus innovaciones y su creatividad. Ahora es absolutamente reconocido como el pionero de un estilo conocido como American Primitive Guitar. Su forma de tocar, muchas veces toscota y sin mucho cuidado, era íntegramente abstracta e instrumental; constantemente desentonada, casi siempre en una guitarra de 12 cuerdas metálicas. No es hasta ahora, cincuenta y seis años después de que sacó “Blind Joe Death,” que personajes como Eric Clapton, Bert Jansch, Bonnie “Prince” Billy o Lee Renaldo lo citan como influencia directa. Y no hay duda de que sus primeros discos, repletos de cabalgatas solitarias por el brazo de una guitarra rota, detonaron el renacimiento folk que sucedió hace unos 10 años en lugares como Vermont, Filadelfia, varios puntos de California (el este de la Bahía, el Cañón de Topanga, Santa Cruz, etc.) y Portland o Nueva York; y que fue encabezada por personajes como Ben Chasny, Joanna Newsom, Will Oldham, Josephine Foster, Devendra Banhart, las hermanas Baird, Espers, e incluso Vashti Bunyan.      

El tiempo que Fahey pasó en un monasterio Budista en India, el psicoanálisis, sus estudios de folclor y mitología en UCLA, su paso por Berkeley, su alcoholismo, el par de hamburguesas que se comía diario y su incansable diálogo musical con músicos como Bukka White, Skip James, Karlheinz Stockhausen, o gente de su rodada como Loren Mazzacane Connors; todo digerido en su “Blind Joe Death,” hacen de Fahey un titán de verdadero culto Americana.

“Sligo River Blues” y “Desperate Man Blues” son las mejores puertas de entrada. Una yuxtaposición de humores que describe bien a Fahey. Los ecos, slides y ritmos fatigados permiten que nos asomemos a ver el calibre de su nostalgia y de su soledad nómada.  

El disco, por cierto, lo encuentran en una edición de acetato en Revancha.

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